Morir apedreada en Irán

Irán, la Persia clásica, es un país hermoso, de ancestral cultura. Desafortunadamente tiene por presidente a Mahmud Ahmadineyad, un personaje al que cuesta definir sin caer en lo prosaico. Junto a él, hoy están en el poder (civil y religioso, que en Irán se confunden) una serie de criaturas de la misma fauna, tomando decisiones en todas las esferas del gobierno de esa teocracia salvaje. No se trata sólo de un asunto interno de Irán. Tampoco es un accidente cultural. Este es un régimen que sanciona el que su propia gente sea flagelada y asesinada a pedradas. Y esto lo hace una afrenta no sólo contra los iraníes o los valores occidentales, sino contra la dignidad humana en su conjunto.

Recreación de lapidación durante una protesta en Bruselas

En los últimos días ha revivido la polémica sobre las condenas a muerte por lapidación gracias al caso de Sakineh Mohammadi Ashtiani, que ha logrado movilizar a la sociedad civil internacional. Ha sido por esto que momentáneamente las autoridades iraníes han suspendido –aparentemente- su sentencia, si bien no es un hecho que la ejecución no se lleve a cabo, y en todo caso se calcula que hay al menos una decena de personas más (mujeres y hombres) en peligro de ser enterradas hasta los hombros para ser asesinadas lanzándoles piedras en la cabeza, en un país que sólo entre 1983 y 1997 mató a unos diez seres humanos por año mediante este procedimiento. Las cifras reales, naturalmente, son desconocidas, y probablemente mucho mayores. Por cierto, ¿cuál ha sido el crimen de esta mujer de 43 años?: tener sexo con otro hombre… varios años después de la muerte de su marido: una puta, a los ojos del régimen iraní.

Yo los invito a que revisen esta información en los links de los reportajes de El País que he dejado en el párrafo anterior (en verde), y a que visiten la página de Amnistía Internacional (aquí) donde se recolectan firmas electrónicas para apoyar la protesta contra esta barbarie. Los insto a que le echen la firma. También pueden visitar el sitio de la campaña por la liberación de Ashtiani (acá).

Es necesario insistir: al interior de Irán la lapidación, junto a las políticas conservadoras del régimen actual, resulta impopular entre mucha gente. Hay amplios sectores reformistas, tanto en la clase política como en la sociedad civil, que han luchado valientemente por conquistar su libertad. Estas facciones progresistas han sido reprimidas, silenciadas, torturadas y asesinadas. Hace algún tiempo encontré este video, que me parece maravilloso. Es una versión del célebre canto partisano de la Resistenza italiana antifascista, “Bella Ciao”. El video se produce al tiempo de las protestas en Irán debido a la cuestionada reelección del presidente Ahmadineyad el año pasado, protestas inauditas que hicieron del verde su emblema y que acapararon la atención internacional cuando la gente, millones de iranies, se echaron a las calles de Terán como nunca antes desde la Revolución en 1979…

Este caso de las lapidaciones toma diversas aristas políticas. Por ejemplo, ¿cómo creer en la racionalidad, cómo confiar en la vocación pacifista de Terán a propósito, por ejemplo, de su polémico programa nuclear, cuando hablamos de un régimen que a su propia gente la condena a morir de esta manera?

Hoy la historia y los acontecimientos hablan por sí mismos. La respuesta del régimen a las protestas fue la brutal represión, incluidos el asesinato, el arresto o la desaparición de familiares de políticos progresistas, líderes opositores, y manifestantes de a pie, cuya representante más emblemática es Neda, una joven de 27 años a la que le dispararon en la cabeza durante una manifestación, y cuyo video le dio la vuelta al mundo. Hoy lamento constatar que en Irán los fanáticos siguen ganando terreno. Con las protestas del año pasado el mundo se escandalizó por los asesinatos extra-oficiales que hizo el régimen contra su propia gente. Hoy nos escandalizamos por los asesinatos oficiales por lapidación que han regresado. Dejo finalmente un video que documenta las protestas de junio de 2009: